martes, junio 16, 2009

Memorias Sépticas

Todo comenzó aquella fatídica noche en que yo estaba sentado en el auto de un cuñado mío comiendo una pata de pollo y se me apareció el espíritu de Ricardo Montalbán diciéndome "Nunca debes mirar a quien tienes por delante, pues tus ojos no reconocerán a quienes te toman por detrás" y se esfumó con un sonido de aplausos. Luego entró el espíritu de Robert Englund en el auto y me dijo "El que fierro mata, Fierro lee" y se esfumó también, con un estrépito de gases intestinales. Presa del pánico, tomé mi bicicleta y salí de allí pedaleando con las manos a toda velocidad mientras sostenía con mis pies una linterna de 15 vatios para iluminar el sinuoso camino de ripio. Estaba por llegar al Blockbuster de Alberdi para alquilar la primera temporada de La Isla de la Fantasía y Pesadilla en la Calle Elm cuando me di cuenta de que ese Blockbuster lleva cerrado 5 años. De pronto una luz me cegó, algo me empujó y caí dentro de una alcantarilla.

Hace 35 años que estoy aquí adentro. He sobrevivido aquí encerrado comiendo la comida que me arrojan los transeúntes, aunque a veces pido delivery. O los empleados de aguas argentinas y otros tipos con mamelucos me convidan de sus almuerzos. Y cuando todo falla, siempre tengo la hospitalidad de los morlocks que, la verdad la verdad, no me puedo quejar porque me traen helado, nueces, arroz, subtepasses con desayunos gratis si agrando mi combo en McDonalds, y un montón de cosas más. También como gente. Jóvenes, preferiblemente. Los viejos son más duros, aunque se quejan menos.

Pero siempre pienso en el mundo de arriba. Porque nosotros, los morlocks, los empleados de Eenargás, los que vivimos en las cloacas, todos nosotros, le llamamos al mundo de ustedes "El mundo de arriba". Pero a nosotros no nos interesa ese mundo, nosotros ya estamos bien aquí. Tenemos razones para permanecer aquí abajo. Los sábados hay bingo, los jueves cena show en lo de Carlos, y el primer domingo de cada mes están los cate-juegos que organiza la iglesia episcloacal... "El ser humano es un animal de costumbres" dijo Franz Kafka, el papá de Guido, y tenía razón. Y dijo otro famoso filósofo en uno de sus libros: "Una vez que te caes en la cloaca no sales nunca más". Charles Bodelaire se llamaba. Les voy a contar un poco sobre la vida de Charles Bodelaire.

Charles Bodelaire cayó en una cloaca a los 15 años, poco tiempo antes de su cumpleaños, en Maison Laffitte, Yvelines, Francia. Allí vivió toda su vida hasta que cumplió 16 años, unas horas después. Pero esa experiencia lo cambiaría para siempre. Apenas salió de la cloaca corrió al baño de un café a limpiarse la suciedad y en un pedazo de papel higiénico que encontró escribió la famosa frase antes mencionada. Charles Bodelaire nunca más volvió a acercarse a una cloaca hasta poco entrado en la edad de16 años, momentos después de salir del baño, cuando volvió a caer en la misma cloaca dónde viviría toda su vida hasta el momento de su muerte a los 146 años, demostrando cuan irónico y chocarrero puede llegar a ser el destino. Y demostrando también su fabulosa capacidad para predecir el futuro, que iría perfeccionando con los años y que lo convertiría en el oráculo cloacal mas mentado de toda Europa.

Pero más allá de la conmovedora historia del afamado Charles Bodelaire yo sigo aquí, en esta cloaca. Y con los años he llegado a pensar que no es coincidencia. Recuerdo el momento en que caí. Recuerdo una luz cegadora, un disparo de nieve, y recuerdo haber sido empujado aquí abajo. Y teniendo en cuenta la cuestión de los espíritus de personajes semi-famosos que me visitaron aquella fatídica noche y me advirtieron cosas en códigos que no pude interpretar, he llegado a sospechar que quien me empujó no fue ni más ni menos que el mismísimo fantasma de Charles Bodelaire. Es más, ahora que recuerdo bien, esa noche en el auto de mi cuñado, luego del pedorreo de Robert Englund, se me apareció otro espíritu más. Era el espíritu de John Bobbit que me dijo con voz aflautada: "Cuidado con Charles Bodelaire que te va a tirar en la alcantarilla". Ahora recuerdo bien. Por eso estoy aquí. Aunque nunca lograré saber por qué. El fantasma de la duda me acechará por el resto de mi vida, junto con el de Ricardo Montalbán, el de Robert Englund, el de John Bobbit y el de Darren Dunstan.

Charles Bodelaire tendrá sus razones. Yo lo perdono. Lo cierto es que su historia y la mía no son tan distintas. Yo también puedo predecir el futuro, por ejemplo. Puedo predecir que esta entrada será poco efectiva, que inspirará pocos comentarios y que terminará aquí.

6 comentarios:

María dijo...

decirte piropos literarios no tiene sentido ya.
Creo que me los gasté todos.
Lo que le da sentido a este post son los anuncios de google al pie de página: destapaciones ya y cloacas.
Maravilloso.
supercalifragilisticoespialidoso
lerolerey
y etc.

GuilleX dijo...

Sos un groso (.) (lease: SOS UN GROSO, PUNTO)

Maximus dijo...

Tu prosa es tuya y sólo tuya y Google me parece que es propiedad de Bodelaire. sino, esos avisos no tendrían sentido más que para probar que el destino es un humorista rídiculo y extraño que trabajaba en showmatch. O sea, Diego, el insoportable.

joAco dijo...

tan poco efectiva resultó, que los anuncios de Google fueron más comentados que tu entrada.

pero por lo menos podés preveer el futuro.

Pedro dijo...

PAco: no te comento nunca, pero te leo siempre. Contrariamente a lo que piensa Joaco acá arriba, creo que los comentarios son por tu entrada, no por los anuncios de google.
Sos muy grosso, esn seri ( Guillex tiene razón)
seguí así. Y cuando saques el elibro, haceme descuento y autografiamelo
Salud!

Paco dijo...

Gracias Maria, GuilleX, Max y Pedro por la buena onda. Es bueno saber que a pesar de los pocos comentarios hay más de una persona que lee este coso ¡y sobre todo que le gusta!. Y aunque sea pa decir que no les gustó, comenten nomás, que siempre será bienvenido; como el señor joAco, que nos tiene acostumbrados con su mala leche pero en el fondo es un buen tipo.

Saludos y gracias de nuevo.