- ¡Truco! -. Le grité al Zar. Todos en el casino de Montecarlo miraron asombrados. Jamás nadie se había atrevido a jugar de ese modo con el Zar.
- Quiero -. Contesto el Zar con tranquilidad. Era razonable que estuviese tranquilo, pues si perdía, solo tendría que pagarme unos cuantos millones de euros. Yo, en cambio, ¡Tenía en juego a mi mujer, mis hijos y a Mick Jagger! – Retruco -. Dijo con aun más tranquilidad.
- Quiero vale cuatro, conchitumá! -. Juro que ni siquiera lo pensé. Hoy en dia, ahora que me encuentro solo sin mis millones, sin mi mujer, sin mis hijos, sin mi Mick Jagger y con un embargo de por vida, todavía sigo pensando si lo que hice fue el mas grandioso acto de valentía o si fue simple idiotez. ¿Cómo es que no se puede mentir un “vale cuatro” con una sota, un ancho falso y un 7 de copas?. Bah… mejor no pensar…
(...)
La señora Álvarez quería su premio, y lo quería ya. ¿Qué podía hacer yo? No podía negarme, ella me había salvado la vida en la Garganta del Diablo, cuando casi muero asesinado por los pigmeos en mi excursión en busca de la mascara perdida del Rey Sorongobongodongo. ¿Qué debía hacer? Ahora que Mick no estaba, no tendría el apoyo moral que solo él me brindaba cada vez que yo me acostaba con abuelitas. ¡Qué debo hacer!
(...)
- ¿Entonces es cierto? - Me dijo mi hijo con lágrimas en los ojos
- Si, pequeño, es cierto. Hemos salvado la navidad -. Lo abracé fuertemente. Ambos lloramos. La gente del pueblo gritaba “Jip Jip ¡Hurra!”. Efectivamente habíamos salvado la navidad, y, sobre todo, habíamos recuperado la fe perdida en ese pequeño pueblo del sur de Montana.
Solo me quedaba una cosa por decir: ¡Gracias, Mick Jagger, donde quiera que estés. Gracias!
Fin (?)
"Un minuto de silencio, para los de fotolog que estan muertos ea ea ea ea ea eh" (El autor, que se levanto combativo hoy y que tiene ganas de buscar un poquito de roña y encima que no le agarra la mano al fligh simulator)